PROYECTO NACIONAL
 

 


Juan Domingo Perón

MODELO ARGENTINO DE PROYECTO NACIONAL DE LIBERACIÓN


INTRODUCCIÓN

A mis compatriotas:

Treinta años de lucha política por el país, en el pensamiento, la acción y la reflexión, me han suscitado la convicción de que nuestra Argentina necesita definir y escribir un Proyecto Nacional.
Este Proyecto tiene que ser verdaderamente "nacional"; vale decir, realizado por el País.

En consecuencia, todos los sectores políticos y sociales y todos los ciudadanos tienen el deber cívico y moral de aportar su idea.

Para cumplir con este deber, hoy entrego al país este trabajo al que denomino "Modelo Argentino". Están aquí sistematizados los pensamientos de una vida de servicio en la forma más sencilla en que ellos pueden ofrecerse al Pueblo.

Las inevitables imperfecciones de toda obra humana que en este Modelo Argentino no pueden faltar, me han sugerido también la necesidad de considerarlo como una propuesta de lineamientos generales antes que de soluciones definitivas.

Su discusión esclarecedora por parte de todos los grupos representativos de nuestra comunidad, posibilitará establecer el camino más acertado para alcanzar los propios objetivos nacionales. Ella contribuirá, a su vez, a profundizar este Modelo para que de él surja lo que deberá ser nuestro Proyecto Nacional.

El Modelo Argentino se constituirá también en un importante elemento de juicio a ser considerado en la Reforma de nuestra Constitución Nacional, toda vez que su contenido reflejará el sentir de la inmensa mayoría de los argentinos.

Invité a todos a participar de la doble empresa: analizar este Modelo Argentino y elaborar su propia expresión de nuestro Proyecto Nacional.

Hasta aquí el aporte del ciudadano. El del gobernante será crear el Consejo para el Proyecto Nacional, a fin de que la participación del ciudadano, de los grupos sociales y partidos políticos, tenga un cauce institucionalizado para posibilitar que toda idea útil se aproveche y preservar permanentemente el Modelo, ajustándolo a la realidad de un mundo en constante evolución.

Sólo la idea vence al tiempo. Hagamos de ella nuestro medio esencial para la lucha interna; institucionalicemos la lucha por la idea y usemos todo nuestro patriotismo para dar más potencia a la institucionalización de este proceso nacional.

El mundo será universalista; la organización de los países del Tercer Mundo constituye una forma de tránsito necesario hacia un universalismo justo; la etapa del continentalismo, a su vez, es un camino para ambas cosas.

Nuestra Argentina tiene que tener un papel activo y relevante en todo este proceso y no debe seguir resignadamente lo que elaboren los demás.

Tanto el incentivo interno de nuestra propia responsabilidad para con el país y sus hijos, como el devenir histórico del mundo en su totalidad, nos convencen de la necesidad de elaborar nuestro propio modelo.

No necesitamos soportar agresiones que actúan como factor desencadenante de nuestra acción creativa. Nos basta con nuestra capacidad para ver el futuro.

Tal vez éste sea uno de los mayores aportes que puedo hacer a mi Patria. Sólo con su entrega, me siento reconfortado y agradecido de haber nacido en esta tierra argentina.

JUAN D. PERÓN


PRIMERA PARTE

FUNDAMENTACIÓN

CAPÍTULO 1

CONCEPTO DEL MODELO ARGENTINO

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CAPÍTULO 2

OBJETIVOS DEL MODELO ARGENTINO

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CAPÍTULO 3

ANTECEDENTES HISTÓRICO-POLÍTICOS QUE CONDUCEN AL MODELO ARGENTINO

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CAPÍTULO 4

LA EXIGENCIA DE UN MODELO

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SEGUNDA PARTE

EL MODELO ARGENTINO

DESARROLLO

CAPÍTULO 1

LA COMUNIDAD ORGANIZADA

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CAPÍTULO 2

EL HOMBRE, LA FAMILIA, LA SOCIEDAD Y LA CULTURA

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CAPÍTULO 3

LA VIDA POLÍTICA

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CAPÍTULO 4

EL ÁMBITO ECONÓMICO

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CAPÍTULO 5

LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA

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CAPÍTULO 6

EL ÁMBITO ECOLÓGICO

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CAPÍTULO 7

LA ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL

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CAPÍTULO 8

LA FUNCIÓN DE LOS GRANDES SECTORES DE LA VIDA NACIONAL

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TERCERA PARTE

CONCLUSIONES Y APERTURAS

ARGENTINA EN LA COMUNIDAD MUNDIAL

He expuesto nuestro Modelo Argentino en términos de transformación de la comunidad nacional, deseando profundamente que sirva a nuestra Patria como nación autónoma y plena.

Pero la Argentina opera dentro de la sociedad mundial y esto no es incompatible con su independencia esencial. Veo con claridad que la sociedad mundial se orienta hacia un universalismo que, en un futuro relativamente cercano, nos puede conducir hacia formas integradas en el orden político tanto como en el económico y social.

Estamos en la aurora de un nuevo renacimiento, pero seríamos muy ingenuos si confiáramos en que tal renacimiento resultará un producto espontáneo de la historia del mundo. Como partimos de una etapa en la cual las determinaciones políticas básicas se dan en el nivel de los pueblos organizados en Estados, la unión que conduzca al universalismo sólo puede provenir de los pueblos mismos antes que de decisiones arbitrarias. La experiencia histórica así lo enseña.

Los grandes problemas mundiales que se vislumbran en función ;¿ un panorama histórico general, pueden agruparse de la siguiente manera:

a) La sobrepoblación en relación con las disponibilidades de recursos dominantes, especialmente alimentos.

b) El agotamiento de recursos naturales no reproducibles.

c) La preservación del ámbito ecológico.

Tales problemas pueden tener solución adecuada si se comprende que el universalismo no puede reducirse al ámbito de la concepción teórica, sino que debe hacerse efectivo a través de un proceso integral que comprometa a toda la humanidad.

Creo que esta línea de pensamiento se instala en la Carta Pastoral Gaudium et Spes cuando afirma que "el género humano puede y debe no sólo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino que le corresponde además establecer un orden político, económico y social que esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a su grupo afirmar y cultivar su propia dignidad".

El itinerario está trabado; debemos preparamos para recorrerlo. Una difícil y sutil tarea es esta para los hombres del futuro: lograr una integración que no consista en una nueva manifestación enmascarada de imperialismo; compatibilizar el universalismo con la indispensable preservación de la identidad de los pueblos.

Así como sostuve que una auténtica comunidad organizada no puede realizarse si no se realiza plenamente cada uno de sus ciudadanos, pienso que es imposible concebir una integración mundial armónica sobre la base de una nivelación indiscriminada que despersonalice a los pueblos y enajene su verdad histórica.

Para nosotros, los argentinos, esta ardua labor nos exige robustecer desde ya una profunda cultura nacional, como único camino para consolidar el ser nacional y para preservar su unidad en las etapas que se avecinan.

La liberación en todos los terrenos es insoslayable requisito para ingresar en el proceso universalista.

Resulta así que para constituir al mundo como un ente armónicamente integrado es necesario liberarse de dominadores particulares. Paralelamente deben considerarse dos etapas esenciales a las que me he referido en numerosas oportunidades: la del continentalismo y la del Tercer Mundo.

La etapa el continentalismo configura una transición necesaria. Los países han de unirse progresivamente sobre la base de la vecindad geográfica, sin pequeños imperialismos locales. Esta es la concepción general con respecto a los continentes, y específicamente la concepción de Argentina para Latinoamérica: justa, abierta, generosa y, sobre todas las cosas, sincera.

Debemos actuar unidos para estructurar a Latinoamérica dentro del concepto de comunidad organizada, y es preciso contribuir al proceso con toda la visión, perseverancia y tesón que haga falta.

Tenemos que asumir el principio básico de que "Latinoamérica es de los latinoamericanos".

Quiero reafirmar con énfasis que nuestra proposición no es agresiva: simplemente recoge la enseñanza de la historia y la proyecta hacia el futuro, incorporando la constructiva cooperación estrecha con todos los países.

Para cumplir plenamente con el programa universalista, debemos tener total independencia de decisiones, y ello requiere una Latinoamérica con individualidad propia.

Como latinoamericanos, atesoramos una historia tras de nosotros: el futuro no nos perdonaría haberla traicionado.

No cabe duda que el Tercer Mundo debería conformarse como una extensa y generosa comunidad organizada. El Modelo Argentino incorpora y sintetiza nuestra "Tercera Posición", pero no puede dejar de reconocer que "Tercer Mundo" y "Tercera Posición" no significan lo mismo.

La Tercera Posición es una concepción filosófica y política. No todos los países que integran el "Tercer Mundo" participan necesariamente de ella. Es prudente admitir, en consecuencia, que .a fortaleza del Tercer Mundo ha de residir precisamente en la sólida configuración de un movimiento que respete la pluralidad ideológica, siempre que conserve el denominador común de la liberación.

Por otra parte, existen como factores aglutinantes la comunidad de propósitos, la vocación mundial auténtica y el hecho de que nuestros países alberguen grandes reservas de recursos naturales no reproducibles.

No se trata de promover una suerte de revancha histórica. Sólo usar positiva y creativamente las reservas que la historia ha puesto en los países del Tercer Mundo, como condición básica de la sociedad mundial universalista que nosotros queremos.

La configuración del Tercer Mundo no ha de realizarse por generación espontánea. Por el contrario, debe surgir de un proceso deliberado y consciente y, por lo tanto, programado. Su realización requiere toda la eficiencia necesaria para que la comunidad del Tercer Mundo quede al abrigo de oposiciones disolventes tanto internas, como externas.

La experiencia nos indica que un Tercer Mundo vinculado sólo a través de lo sociopolítico será inevitablemente débil en su conformación, mientras que, si actúa en profundidad con vínculos económicos bien definidos, habrá de gestar su propia importancia económica.

Desde el punto de vista político, se trata de lograr un nivel aceptable de coincidencias entre todos los países que se hallan fuera de la franja industrial del hemisferio norte, con las inevitables excepciones. Estoy pensando en América Latina, África, Medio Oriente y Asia, sin distinciones ideológicas.

Los intereses de aproximación internacional han surgido generalmente a partir de problemas concretos y sin una previa visión universalista. En este sentido, no respondieron a las auténticas necesidades de los pueblos, sino a los intereses particulares de los grandes grupos de poder. Es preciso ahora revertir el proceso, elaborando a la luz de la voluntad de los pueblos los procesos que habrán de contribuir a la futura comunidad mundial.

El hombre es el único ser de la Creación que necesita "habitar" para realizar acabadamente su esencia. El animal construye una guarida transitoria, pero aquél instaura una morada en la tierra: eso es la Patria.

Es mi deseo que nadie bastardee la palabra "Patria", convirtiéndola en un rótulo vacío. Nuestros heroicos próceres no necesitaron desgastarla para comprender que alude a esa profunda mística que, recíprocamente, habita en el corazón de cada uno de los hombres.

El universalismo constituye un horizonte que ya se vislumbra, y no hay contradicción alguna en afirmar que la posibilidad de sumamos a esta etapa naciente, descansa en la exigencia de ser más argentinos que nunca. El desarraigo anula al hombre y lo convierte en indefinido habitante de un universo ajeno.

En esta etapa de mi vida, quiero como nunca para mis conciudadanos justicia y paz, convoco con emoción a todos los argentinos a hundir hondas raíces en su tierra grande y generosa, como único camino esencial para florecer en el mundo.

JUAN DOMINGO PERÓN


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